lunes, 30 de mayo de 2011

La Pena de Muerte


por María Elena Walsh

Fuí lapidada por adúltera. Mi esposo, que tenía manceba en casa y fuera de ella, arrojó la primera piedra, autorizado por los doctores de la ley y a la vista de mis hijos. 

Me arrojaron a los leones por profesar una religión diferente a la del Estado. 

Fuí condenada a la hoguera, culpable de tener tratos con el demonio encarnado en mi pobre cuzco negro, y por ser portadora de un lunar en la espalda, estigma demoníaco. 

Fuí descuartizado por rebelarme contra la autoridad colonial. 

Fuí condenado a la horca por encabezar una rebelión de siervos hambrientos. Mi señor era el brazo de la justicia. 

Fuí quemado vivo por sostener teorías heréticas, merced a un contubernio católico-protestante. 

Fuí enviada a la guillotina porque mis Camaradas revolucionarios consideraron aberrante que propusiera incluir los Derechos de la Mujer entre los Derechos del Hombre. 

Me fusilaron en medio de la pampa, a causa de una interna de unitarios. 

Me fusilaron encinta, junto con mi amante sacerdote, a causa de una interna de federales. 

Me suicidaron por escribir poesía burguesa y decadente. 

Fui enviado a la silla eléctrica a los veinte años de mi edad, sin tiempo de arrepentirme ó convertirme en un hombre de bien, como suele decirse de los embriones en el claustro materno. 

Me arrearon a la cámara de gas por pertenecer a un pueblo distinto al de los verdugos. 

Me condenaron de facto, por imprimir líbros subversivos, arrojándome semivivo a una fosa común. 

A lo largo de la historia, hombres doctos ó brutales supieron con certeza qué delito merecía la pena capital. Siempre supieron que yo, no otro, era el culpable. 

Jamás dudaron de que el castigo fuese ejemplar. 

Cada vez que se alude a este escarmiento la Humanidad retrocede en cuatro patas. 

domingo, 29 de mayo de 2011

Feliz Navidad.

Yo no sé como terminará usted el año, nosotros, de nuestra parte, agotados de escuchar a esos alcahuetes que gritan por el choripán y el plan a todos los que no claudicamos en nuestra lucha por la libertad de expresión los remoquetes ofensivos de gorila, opo, corpo o derechista. Esa injusticia no nos va a enturbiar el brindis, no provocará tsunamis en nuestras copas. El tiempo terminará por darnos la razón. Entretanto, brindemos por lo mucho que ha pasado este año, y porque el año próximo no siga pasando.
No vamos a intentar evaluar lo mejor y lo peor del año, apenas queremos tomar algunos apuntes sobre aspectos que han dado lugar a controversia. La disputa del control de la calle que se dio entre el oficialismo y otros sectores de la sociedad, y la postura de los representantes políticos que no pertenecen al partido en el gobierno frente a los hechos que conmovieron a la opinión pública. Nos somos gente informada que lee diarios centenarios, la Nación y la Capital, pero también los más progresistas, Clarín y Perfil. Nos no tenemos una visión sesgada de la cosa, tratamos de escuchar todas las campanas del periodismo independiente, aunque también escuchamos a Víctor Hugo, que será Kirchnerista, pero relató los goles de Diego contra Inglaterra y siendo uruguayo, no se le puede exigir que sepa lo que pasa en este país.
Por eso, mientras escribo este saludito de feliz navidad, no puedo evitar que se crucen por mi memoria los impresionantes sacudones de la política vernácula. Año en que cacerolazos, embargos, paros, piquetes y saqueos, no lograron hacer mella en un gobierno que amenaza con transformar la democracia y las instituciones republicanas en cáscaras vacías.
El problema es que por afuera de esta forma antipática y abyecta que la barbarie vocifera como “peronismo” está el desierto, no hay proyecto de poder ninguno. Y que entre corruptos y oportunistas deberemos al cabo definir cuáles son nuestras simpatías. El gobierno ha planteado varios frentes de confrontación, es ese sin duda su estilo, pero es preciso señalar que esa confrontación es apoyada por gran parte de la ciudadanía, harta de las políticas entreguistas del Proceso, el Menemismo y la Alianza.
Por eso  los Moyano, Lozano, Solanas, radicales, socialistas, peronistas “disidentes” dicen que el kirchnerismo coopta las luchas legítimas para beneficiarse políticamente. Deberían reconocer que los K las pelean solos. Y por ende las ganan solos.
Es de buen jugador reconocer los méritos del oponente.

El kirchnerismo se va a quedar con todo porque la oposición se obstina tercamente en dejarlo solo en cada pelea. En declarar que cada paso que el gobierno da está equivocado y lo pone al borde de un abismo inminente. Pero el kirchnerismo pelea a fondo, como don Corleone. Si pierde, pierde. Como ya lo han señalado las brillantes plumas del periodismo independiente, estas gentes que ahora nos gobiernan son sólo los despojos humeantes del setentismo montonero, idealista y violento, y si eso es cierto, quien arriesgó su vida y sus intereses personales por intentar una revolución, difícilmente dé marcha atrás por cuestionamientos políticos, corporativos o mediáticos. Pasó con los fondos buitre, pasó con YPF, pasó con la fragata. Ante cualquier hecho que remotamente se presente como un revés para el partido gobernante, la oposición se apresura a descorchar champanes y arrimar argumentos en favor de los agresores con un entusiasmo cipayesco y obsceno. ¡Pero de este lado estamos todos nosotros, los k, los anti-k y los que no tienen la menor idea de nada y que sólo quieren vivir en paz en la patria de sus mayores! Y como al kirchnerismo no le importan un rábano las opiniones opositoras, decide su propio camino, apuesta a los argumentos que le dieron buen resultado y, a veces (muchas veces), gana. La oposición es un pésimo astrólogo que falla siempre sus vaticinios, pero que es el primero en creer en ellos.
Y lo mismo aplica para la pseudo izquierda y los pseudo progresistas que no pinchan ni cortan desde 1945 hasta hoy: porque en el momento de luchar se borran o directamente se alían al enemigo.

Este año volvieron los cacerolazos. Los cacerolazos nos remiten, al igual que el desabastecimiento y los paros camioneros, al derrocamiento de Salvardor Allende en Chile en el 73. Los cacerolazos son una muestra de la indignación de la gente que tiene más de una cacerola y que puede exponer la cacerola supernumeraria al embate furioso de un palo o cucharón con el cual la percutirá hasta que el gobierno conceda sus demandas. El cacerolazo fue convenientemente manijeado por los medios de comunicación que libran su propia batalla contra el gobierno y que a lo largo del año que se va han demostrado ser la única forma de oposición con algo de actitud. Por desgracia, a los fogoneros del pintoresco movimiento caceroloco sus seguidores le dan un poco de vergüenza. Por eso mismo son generosamente expuestos por los “periodistas militantes” de la tropa oficialista, que redoblan la apuesta y ponen en medio de la batalla a sus representantes favoritos. La gran debilidad del periodista militante es que cree en la veracidad de las informaciones que transmite, y con ese entusiasmo las defiende. Las entrevistas de Cynthia García en el 8N eran más bien un debate público. Algo realmente distinto, no sustancialmente peor que las entrevistas de “A dos voces”. Lo cierto es que las cacerolas y Moyano han salido a disputar la calle a los K. Habrá que ver cuánto les dura el entusiasmo. Ciertamente, los modos de ocupar el espacio público del oficialismo y de las diversas fuerzas opositoras no puede ser más contrastante, pero volveremos sobre el tema.
El gobierno ha abusado de las políticas demagógicas. Hoy por hoy, la asignación universal por hijo tiene alrededor de 7 millones de beneficiarios, que serán, en poco tiempo, 7 millones de votos. Asignación que pagamos usted y yo con nuestros impuestos y nuestros fondos jubilatorios, dicen los que detrás de cada ventana ven a un delincuente. La AUH, aparentemente, contribuyó a la disminución de la deserción escolar, replican desde las tribunas del FPV. Es decir, nuestros impuestos fomentan la vagancia de unos cuantos que en lugar de pedir o cartonear, que es lo que solían hacer, ahora van a la escuela y se vacunan, y en cambio reciben un dinero para que lo gasten en alcohol, drogas y otros vicios. De paso, el gobierno les regala netbooks -que también pagamos nosotros- que ellos en lugar de usar para estudiar, usarán para jugar o para descargar pornografía o para tramar planes de gran sofisticación con otros delincuentes. Esto nadie lo dice, pero parecía ser el reclamo encubierto detrás de los carteles que se exhibían en el cacerolazo de setiembre. Y si eso es realmente lo que molesta, estamos en presencia de un prejuicio repugnante y de la peor manifestación del egoísmo de clase. A todos nos gusta sentirnos especiales, gozar de algún privilegio. Para los que sienten lesionados sus privilegios, los gestos igualadores les parecen una injusticia.
Por todo esto uno entiende la indignación de la gente. Porque esta gente (el gobierno, es decir, gente pero no la misma gente que estaba indignada la frase anterior) va por todo. Lo hicieron con las AFJP y la plata de los jubilados, lo hicieron con YPF y aerolíneas, lo están haciendo con la Sociedad Rural que tanto ha hecho por la democracia, y lo van a hacer con Clarín si la justicia no le pone freno.
Porque ya lo dijo Bartolomé Mitre, estamos en una dictadura de los votos. Usted dirá, Bartolomé Mitre desconoce el significado de la palabra dictadura. Puede ser. A mí me parece que sí sabe, pero que se hace el estúpido. Al fin y al cabo, los que tenemos una edad recordamos no tan vagamente lo que es una dictadura. Además, si esto es una dictadura, ¿qué sería un gobierno militar? ¿Una democracia sin votos?.
Lo que más irrita del kirchnerismo es su caracter festivo. Recuerdo cuando ese abominable programa del canal estatal comenzó a dinamitarnos el ánimo, allá por 2009. En jornadas sombrías para el gobierno comenzó  678 a darle manija a un engendro que llamaron el Club de la Buena Onda, hermoseado con una deplorable canción de Pimpinella a modo de cortina. Veníamos del debate por la 125, de la derrota oficialista en las elecciones parlamentarias, de un descrédito bastante generalizado de la figura de la sra. presidente y así, como si nada, estos tipos sacan de la galera un programa de televisión y el Club de la Buena Onda. ¡Tan irresponsables podían ser! ¿Buena onda de qué? Si les iba como el demonio.

Pero detrás de eso había una estrategia encubierta, la festividad plebeya que puede verse en cualquier acto organizado por el oficialismo. De hecho, los que participábamos en algún tipo de organización social lo habíamos notado antes incluso de la eclosión de 678, pero fue magnificado después de los festejos del bicentenario. Las murgas, Fuerza Bruta, los músicos de Rock, Tecnópolis, la presidenta que baila con los murgueros, la diversidad social coreando la música de sus artistas, transmiten una sensación de falsa alegría, de fraternidad sobreactuada , y quiera el cielo absolverme si es que hablo inmodestamente, de erotismo. Nada más opuesto a las agrias manifestaciones caceroleras que, como ya dijimos, sus propios organizadores tuvieron que ocultar de manera vergonzante. Esta dimensión festiva seduce a algunos grandes artistas con el más carnavalesco espíritu de la fiesta popular, enamorante dirán algunos, irrespetuosa dirán otros. El 9 de diciembre, cuando la oposición celebraba en un sótano el fracaso del 7D, el kirchnerismo volvió a llenar la fuente de la Plaza de Mayo de cabecitas negras, de putos peronistas, de locos y de artistas.
A mí no me gusta la presidenta. La escucho, le entiendo, comparto algunos de sus análisis. Sé que es una excelente estadista y que tiene una asombrosa capacidad de trabajo. Pero quisiera otra cosa. No sé qué otra cosa, porque todo lo que conozco es peor. Posiblemente ninguno de los actuales representantes de la oposición me resulte muy atractivo jamás. En conjunto, me traen a la memoria una vieja película, favorita de una vieja amiga, la Armada Brancaleone, que contaba la historia de un aparatoso ejército de inútiles, pero no pierdo las esperanzas de que aparezca un candidato con ideas nuevas y una rosa azul en el ojal que nos permita creer en otra cosa, y a los kirchneristas, tener un opositor para conversar.

Mientras él o ella aparecen, alzo mi copa y brindo con los lectores, para desearles una Feliz Navidad, o, como se dice en inglés, Happy Cris, man.

Opiniones: El Poder del Pulgar

El pulgar es el dedo que permite realizar el movimiento de pinza, movimiento fundacional de la civilización y la cultura.

Algunos biólogos sostienen que los primates estaban desde el principio mejor adaptados al desarrollo de tecnologías complejas que otras especies  por el simple hecho de poseer un "pulgar opositor" que enfrentado a los demás dedos, permitía a la mano asir los objetos.

Este pulgar opositor tiene muchas utilidades específicas: permite apagar el televisor para hacer callar a ese estúpido que grita, mandar mensajes de texto, obturar una manguera y aplastar insectos. También es el dedo que nos permite hacer "dedo" (o auto stop, si hablás "español" neutro) y el que nos ayuda a decir me gusta y no me gusta en facebook y es, aunque su movimiento parezca limitado en comparación con el del índice y su envergadura insignificante frente a la del mayor o el anular, el dedo más importante y el más valioso para las compañías de seguro.

Esto es así justamente por aquello de lo que hablamos al principio: porque es el dedo opositor, el que solito hace el aguante a los otros cuatro, permitiéndote  agarrar de una oreja  tu bolsa de basura y sacarla a la calle para que se la lleve el basurero, y agarrar del mismo sitio y con el mismo destino a  tu hijo si se te opone en tus decisiones, aunque lo haga  con menos fuerza que el pulgar al índice.

Pero así como no habría civilización sin una mano preparada para asir los objetos, no habría progreso si los hijos no se opusieran a los padres.

Tiene que haber enfrentamiento generacional para que la sociedad progrese. Tiene que haber un contraste de ideas, discusión, enfrentamientos y revoluciones, porque una comunidad no es un lugar adonde todo el mundo está de acuerdo y hace caso, sino un organismo colectivo que se perfecciona, un orden donde las cosas pueden cambiar por voluntad de los interesados.

En una sociedad, para que la cosa sea dinámica, tiene que haber una oposición. Por más que se esté absolutamente convencido de que el modelo de país que se defiende es el mejor, tiene que haber enfrente un tipo que represente otros intereses y que se ponga seriamente a debatir qué cosas habría que cambiar o qué podría perfeccionarse.

Si todos estamos de acuerdo, o si nadie se alza para hablar en nombre de los que se sienten perjudicados, corremos el riesgo de instalarnos a vivir en un país de mentira.

Por eso, por un lado me alegra que en Santa Fe hayamos tenido una interna donde se enfrentaron varias maneras de hacer política y donde finalmente, se eligieron de un modo transparente, los candidatos que la gente, por sus ideas y su trayectoria, juzgó los mejores para las próximas elecciones a gobernador.

Este acontecimiento parece algo bastante atípico, tal como se vienen dando las cosas.

Porque, por otro lado,  parece que tanto el oficialismo como la "oposición" han decidido que mejor que el debate de ideas es la consulta de encuestas. Entonces, la presidenta elige a "dedo"  a su candidato a jefe de gobierno porque "mide mejor", y Macri y Solanas se bajan de la candidatura presidencial porque "no les dan los números" y Alfonsín se asocia a De Narváez porque "tiene posibilidades" en la provincia y reclama definiciones a Binner porque "hizo una buena elección" en Santa Fe.

Y no hablemos de las alianzas que se están barajando, porque son de lo más extravagante.

La especulación no le ha hecho demasiados favores a la Argentina. Y la verdad, especular con un voto más o menos cuando es general la opinión de que de todas maneras no les va a alcanzar, es entender la política no como una construcción colectiva sino como una timba donde si consigo las fichas me hago con un cargo importante y con bocha de mosca.

Generalmente me duermo pensando en cosas agradables.

Por eso suelo tener sueños muy coloridos y fantásticos, donde suceden cosas por completo ajenas al mundo que conocemos y donde los seres mitológicos y los héroes legendarios se pasean con total familiaridad. En esos sueños, los políticos no tienen miedo a perder una elección porque tienen una cosa que no sabría definir con mucha claridad pero que ellos defienden con total conocimiento y la llaman "ideales". Y sostienen esos ideales en las plazas, en sus lugares de trabajo, en los asados con amigos  porque realmente creen en ellos y están dispuestos a arriesgar un poco de su prestigio para defenderlos.

En mis sueños, los candidatos no tienen asesor de imagen ni jefe de campaña, tienen analistas y técnicos a quienes consultan a la hora de verificar la viabilidad de sus planes, y no venden su honra ni su credibilidad a cambio de minutos de televisión. En mis sueños, cuando alguien tiene algo importante que decir, lo dice sin especular y cuando se encuentra con alguien que no está de acuerdo, se entusiasma con la posibilidad de exponer sus ideas, aunque eso le ensombrezca el perfil,  y celebra si puede imponer su criterio, porque es un ser humano y tiene vocación de poder. Si no tuviera vocación o voluntad de poder no sería un ser humano,  sería un helecho, un cascote, Cobos.

En fin, esos son mis sueños. Pero la realidad también me sorprende. Hoy por ejemplo, tomando mis mates mañaneros,  abro el diario y veo una foto de Miguel del Sel y abajo un recuadrito donde decía lo que el diario dice que del Sed dijo: “Si los políticos que tenemos hubieran estudiado, estaríamos viviendo en Europa.”

Se ve que Miguel tampoco tiene televisor..

Resumen de Noticias

Publicamos a continuación la carta que el muy venerable y docto licenciado en todas las cosas, don Luberto García, le envía como respuesta a una postal que su sobrino le hiciera llegar desde algún lugar recóndito del Lejano Oriente. En su carta, el Docto, como lo llama cariñosamente su sobrino, resume a su manera los acontecimientos del pasado mes.

30 de junio de 2012. Granadero Baigorria. Día nublado y muy húmedo.

Querido sobrino:
Qué bueno tener noticias tuyas después de todo este tiempo. Por aquí circularon varias especies todas ellas de gran truculencia y escasa eficacia, pero no te incomodaré tratando de sonsacarte la verdadera causa de tu prolongada ausencia. El hecho de que me hayas enviado esas hermosas fotos de las dos gemelas y de la mariposa gigante me hace pensar que finalmente has realizado tu tantas veces postergado viaje de investigación entomológica a la Isla Infante. Clara señal de que los sainetes locales te tienen un poco deprimido.

Acá todo tranquilo. El mes nació prematuro. Los últimos días de mayo las gentes bien de la capital salieron a cacerolear. Como en el 2008, fueron jornadas gloriosas para la democracia. Desgraciadamente, cuando habíamos empezado a considerarlo un fenómeno pintoresco de la noche porteña, les entró el bajón y desaparecieron. Es una pena, porque llegaron a congregar como a dos mil personas, acaso tres mil. Los concitados reclamaban  libertad de expresión y de compra de dolares, cárcel a los corruptos, fin de la dictadura K e insultaban con denodado fervor y patriotismo al gobierno, a los periodistas afines  y en especial a la señora presidente. Todo bastante normalito y en relativa calma, si exceptuamos que en las diferentes reuniones opositoras se apaleó a algunos noteros. Cosa curiosa, porque aunque los manifestantes hacían suyo el reclamo de Jorge Lanata y su corte de los milagros: “queremos preguntar”, cuando les preguntaron a ellos empezaron a los fierrazos.  Los carteles levantados por la pequeña multitud decían que no querían ser Cuba, ni Venezuela, ni la URSS. Para ser gente que no quiere ser, tenían muchísimas exigencias. No obstante, sobrino, no está mal que la gente bien aprenda a movilizarse por cuestiones políticas. No se los veía muy a gusto ganando la calle, pero la calle es de ellos también. Es lindo hacer política, mover el culo de la silla, salir de noche, militar. Ojo, la militancia es mover el culo de noche, pero no se parece en nada al perreo que también consiste en mover el mismo grupo muscular y a vos tanto te moviliza. Si uno va a movilizarse por algo que cree, aunque sea equivocado, no vale remolonear porque hace frío o porque twitter te alcahuetea que no vinieron ni los organizadores.
Yo creo que si uno va a salir a manifestarse no basta con estar en contra deodiar a  o estar indignado con. Me parece que la cosa funciona mejor cuando el que se manifiesta tiene algo para amar, una propuesta para defender.  Como cuando te comprabas un disco e ibas de amigo en amigo a hacérselos escuchar. Ahora están de moda los gestos mediatizados. Hacer click sobre el ícono de una mano con el pulgar hacia arriba para dar a conocer lo que nos gusta. Somos digitales. Levantamos el dedo del medio y decimos fuck you a casi todo. Y nos parece que eso es una opinión, que eso nos hace rebeldes.
Supongo que los caceroleros estarán sorprendidos de que nadie les agradezca, ni salga a la vereda a abrazarlos por las molestias que se toman, ni les acerquen una taza de sopa caliente con los fríos que está haciendo. A mi, no.
Este mes también se celebró el día del periodista, pero los ánimos no estaban para mucho festejo. Como están todos medio peleados, cada uno hizo una fiesta con sus íntimos. Página12 ni siquiera invitó a su fundador. Le mandaron, eso sí, un pedazo de torta, pero el hombre no la aceptó pretextando diabetes. Hubo, como siempre, mucho discurseo sobre la prensa independiente y un apelación constante a las figuras de Mariano Moreno y de Rodolfo Walsh, particularmente por aquellos sujetos a los que Moreno mandaría fusilar y con quienes Walsh no se sentaría a comer un pescado, pero viste cómo son.

 
Mientras recordamos a Belgrano nos fue llegando el invierno. Hubo otras efemérides, casi todas tristes.

El tema favorito a lo largo del mes fue el dólar blue, que es un dólar paralelo, “negro” pero no tanto. Oscuro, digamos.  El dólar blue es el hijo no deseado de las restricciones a la compra de divisas. Por eso no es negro ni paralelo, es “blue”, que para un hijo suena menos discriminador. Lo bueno de tener una política cambiaria esquizofrénica es que permite a los argentinos hablar de sus dos temas favoritos: la economía y el psicoanálisis. Todos los argentinos nacen psicólogos, aunque sólo algunos elijan ejercer la profesión. Los argentinos saben de psicología. Son psicoanalizados y como tales, analizan. De economía, en cambio, no tienen ni la menor idea. En eso precisamente, es en lo que se parecen a los economistas profesionales.

 
Hablando de psicologismos. Todos dicen (y si no todos, al menos dos o tres) que lo que hacemos en la niñez anticipa lo que seremos cuando adultos.
A mí, por ejemplo, me gustaba jugar al docto(r). A vos, pese a las amenazas de tu abuelo, te gustaba jugar con muñecas.
A Hugo siempre le gustó jugar con camiones.

Sobre la mitad de junio el gremio de camioneros comenzó a negociar su paritaria. Como no se pusieron de acuerdo enseguida, su secretario general, Pablo, declaró un paro de 72 horas en el transporte de combustibles, lo que atrajo la negra sombra del desabastecimiento de los oscuros arcones del tiempo.
A los más viejos, las palabras desabastecimiento por paro de transportistas les hizo acordar de  los funestos acontecimientos de Chile del ’73, pero no lo dijeron para no sembrar el pánico.
Dicho sea de paso, el paro también pedía la eliminación del Impuesto a las Ganancias sobre los sueldos. Esto es muy raro porque los que nunca quieren pagar impuestos son los ricos y las clases acomodadas que no quieren que usen la plata de sus impuestos para financiar vagos, embarazadas, pobres en general y periodistas oficialistas en particular. Ellos dicen que este no es un país normal. Se ve que no.

Una amenaza es mucho más efectiva cuando no se concreta, pero la amenaza concretada forzó a la presidente a un regreso anticipado de Brasil, donde se hallaba reunida con otros presidentes de la región. El Ministerio del Interior inició una causa penal contra Pablo y Hugo. Planeamiento anunció ir contra las concesionarias de transporte de combustible y, de la noche a la mañana, los camioneros resolvieron su paritaria y volvieron a trabajar.
Quedaba no obstante el tema del impuesto y de las asignaciones.
Desde los estudios de TN, Hugo, al enterarse de la denuncia penal contra él y su hijo, decretó un paro general de la CGT con fecha a confirmar. Al ratito se acordó de que era el Secretario General de una organización que involucra a otras personas y dijo que había que llevar el tema a la asamblea y discutirlo con los delegados, etc. Finalmente, el jueves, luego de anunciar el acuerdo salarial con las patronales, el Hugo anunció un paro y movilización para el día 27, para celebrar el aniversario del paro que la CGT le hiciera al gobierno de Isabel Perón, famoso por ser el primer paro general contra un gobierno peronista.

En fin, y para no hacerlo tan largo, el mes terminó exactamente como empezó, aunque con  los protagonistas ligeramente cambiados. La escena fue otra vez la indignación, pero esta vez no de los sectores medios y acomodados sino de la clase obrera sublevada. La derecha mediática activó la operación  “Cristina pierde el manejo de la calle y Moyano la jaquea”, ´preámbulo inevitable de un estallido masivo. Todo parecía confluir hacia una poderosa movilización que haría temblar los cimientos del temblequeante sistema cristinista.
Sin embargo, semejante espectativa sirvió, más que nada, para contarle las costillas al pobre Hugo, que por la presión tributaria está quedando piel y huesos. Si antes de las elecciones había llevado, a favor de Cristina, a más de 100.000 personas a la 9 de julio, el 27, con toda la manija de los medios, más los aportes revolucionarios de la Uatre, la Federación Agraria, el trosquismo, el maoismo y otros aventureros, arañó las 30.000 personas. Parece que no hizo buen negocio al ponerse contra Cristina: hay adhesiones que en vez de sumar, restan.

 
Por eso, sobrino, me alegro de que estés de vuelta. Son tiempos interesantes, aunque ya sabemos que vivir tiempos interesantes es algo que casi nadie desearía. El balance es positivo, sin embargo. El mito de que el poder movilizador del sindicato de camioneros era imbatible ha sido exorcizado. Y aunque hace tiempo se decía que cuatro tapas de Clarín en contra tumbaban a un gobierno, está claro que cuatro tapas a favor le pueden arruinar la carrera política a cualquiera: a Elisa Carrió, a Pino Solanas, a Ricardo Alfonsín, a Moyano. Vivimos tiempos altamente politizados y cualquier cambio, cualquier solución que se obtenga a los muchos problemas que nos cercan,  vendrá del terreno de la política, no de los aprietes, ni de los gestos de sobreactuación traidora, ni de las amenazas de los periodistas incómodos por el lugar en el que se pusieron, ni de las protestas sin banderías políticas de los caceroleros indignados.

Sobre los árboles

¿A que no sabéis qué es un platanus hispanica? Pues no, que no es un producto de la recientemente proclamada Monarquía Bananera de la Mamá Patria, sino una especie vegetal de gran porte, también conocida como plátano híbrido, plátano de Londres o, más comúnmente, Plátano de Sombra.


Pues sí, querido lector, se trata de esos enormes árboles que adornan las veredas de la ciudad y que seguramente pervivirán más allá de nuestras miserables existencias humanas. El plátano hispánico puede vivir más de trescientos años, pudiendo alguno haber sido testigo de conversaciones interesantísimas de los próceres que alcanzaron a descansar bajo su sombra entre batalla y batalla.
Tiene el plátano, como los argentinos, un ascendiente confuso y mestizado, y poco se sabe de su origen real. Se supone que los primeros son producto de una hibridación realizada en España en el siglo XVII. En ese lugar y por esa fecha se los menciona por primera vez.
En este mundo que es, al decir de los mayores, un “valle de lágrimas” donde nuestras cabezas son constantemente golpeadas por muertes, duelos, mudanzas, acomodamientos, rezongos y obligaciones, son los plátanos de mi barrio una módica gota de miel en una amarga jarra de fernet sin coca y sin hielo.
Porque ellos, los plátanos, son como ventiladores naturales, como molinos de viento de largas melenas que permanentemente convierten el residuo de nuestras respiraciones en oxígeno purísimo, y que hacen que el aire de Baigorria sea codiciado por los habitantes de localidades vecinas que aprovechan cualquier trámite, cualquier visita ocasional,  para llevárselo embotellado con el propósito de respirarlo en los momentos de escacez, cuando las mefíticas fábricas arrojan en los cielos vecinos su ponzoñoso cóctel de sustancias inmundas.

Poderosos, silenciosos, sobrios, los plátanos no nos presumen su grandeza. Más bien, nos muestran nuestra pequeñez al sepultarnos bajo una alfombra de hojas amarillas cuando llega el otoño.
Árboles con pelotas, nos desafían. Sus frutos se descomponen en emplumadas semillas que pueden dejar fuera de combate a un ejército de alérgicos, condenándolos a ceguera y a estornudo, a la par que sustentan la prosperidad del negocio farmacológico, que provee a los mencionados dolientes de jarabes, corticoides y pañuelos de papel para sobrellevar sus crisis.
Los botánicos y los expertos en jardines piensan que no es prudente plantar al platanus hispanica a menos de diez metros de las edificaciones porque, por ser un árbol de gran porte -algunos alcanzan los cuarenta metros de altura- sus raíces pueden debilitar los cimientos de los edificios. Para no hablar del peligro que implica que una tormenta pueda tumbar uno de estos árboles o parte de ellos sobre una casa o un vehículo (como ha sucedido en rosario, sin ir más lejos) y provocarle serios perjuicios.

Pueblos primitivos tienen la salvaje costumbre de mutilar parte de las ramas de estos árboles colosales porque suponen que así el dios que vive en el árbol no tendrá brazos con qué dañar a las personas o tornar sus bienes en inservibles. Este ritual recibe el nombre de “poda” y es practicado aún en la actualidad incluso en localidades vecinas. La poda evita que el árbol pueda destruir un barrio con sus manazas, pero no nos protege de que el árbol decida vengarse pateando los cimientos de nuestros hogares con sus raíces o, en el peor de los casos, explotando o expeliendo rayos atómicos por sus muñones.

En fin, cuentan los ancianos dignos de fe que alguna vez alguien propuso ante el Consejo Delirante la idea de retirar los plátanos de toda la ciudad. Las razones que alegaba el oferente era preservar a la población de nuestra ciudad del agudo ardor en los ojos que producen sus bolas -las del árbol- al esparcirse en forma de semillas, en atención a la salud de miles de alérgicos que viven en Baigorria y a su propio beneficio, representado en el industrial interés en abrir una fábrica de palillos chinos, made in argentina, con la madera que obtuviera de la tala; palillos argenchinos se iban a llamar.
Dice la misma fuente, cuya identidad preferimos preservar principalmente porque no estamos muy seguros de quién fuera, que la propuesta naufragó después de que las “fuerzas vivas” y “yasabésquién” se opusieran alegando que era un negociado o, como dice la citada fuente, una extracción de provecho privado de la cosa pública.
Una barbaridad, me dijo. Y se fue tosiendo.

lunes, 23 de mayo de 2011

El Regreso de TN

El periodismo patriótico gusta de alarmarnos constantemente.

Para ello, se vale tanto de los elementos de la naturaleza como de los comportamientos generados por los propios mecanismos sociales que contribuye a generar.

Para los formadores de opinión, el mundo, la vida, la sociedad, conforman una máquina caníval donde lo único que nos queda por hacer es preparar nuestras armas para matarnos unos a otros  o juntarnos solidariamente a rezar mientras un tzunami, una nube radioactiva, un pibe chorro, Lilita Carrió  o un volcán llegan para acabar con nosotros.

Y es que el miedo garpa.

Por eso, porque alguien tiene que pagar por nuestro trabajo, hemos decidido ponernos a tono con los tiempos que corren e inaugurar una sección a la que en un esfuerzo sin igual de imaginación hemos denominado TN (todo negro): el salario del miedo

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Cuentos de terror

La Muerte Negra -
basado en una historia real

Todo tiempo pasado fue mejor, dicen algunos, y se quedan mirando un punto fijo de la nada con aire de suficiencia.

Y como el tiempo biológico corre hacia la vejez y la muerte, no podemos menos que estar de acuerdo con esa afirmación. En el pasado éramos más jóvenes.

Pero cuando se piensa en la historia de la humanidad, la frase no parece tan inobjetable.

En la Edad Media se utilizaba la palabra peste para referirse a cualquier plaga o enfermedad que fuera acompañada de gran mortandad, como la gripe o la viruela, pero ninguna calamidad de la historia puede asemejarse a la Peste Negra que asoló Europa entre 1347 y 1400. Se calcula que en tres o cuatro años llegó a matar entre la tercera parte y la mitad de la población europea de la época.

Se la llamó Muerte Negra" porque una de sus variantes, la bubónica, tenía como síntoma característico  la aparición de pústulas de sangre, es decir, de hemorragias cutáneas o  "bubas" de color negro azulado. La expresión latina "atra mortis" que usaron para llamar a la enfermedad da lugar a dos posibles interpretaciones porque atra tiene dos significados: terrible y negra. Hay quien supone que cuando los cronistas hablaban de atra mortis se referían a "muerte terrible" y no a "muerte negra".

La peste no era desconocida para los europeos de aquel tiempo. Sabían que en tiempos de Justiniano la peste había causado estragos en la población y eran conscientes de que una plaga azotaba a Oriente y que era de una virulencia extraordinaria. Lo que no suponían era que un fenómeno que ocurría tan lejos pudiera alcanzarlos.
Las diversas rutas de comercio abiertas con oriente y que proveían a los ricos de los sedas, especias y otros productos exóticos abrió las puertas de Europa al contagio. Quienes más padecieron las consecuencias fueron, cuando no, los más humildes, que venían sufriendo  varios años de cosechas insuficientes, hambrunas y el crecimiento demográfico de las ciudades que los obligaba a vivir hacinados sin las mínimas condiciones de higiene y de nutrición que hubieran evitado que la enfermedad se propagara de un modo tan eficiente.

Actualmente,  se  sabe  que  la  Peste bubónica es  una  zoonosis,  es  decir,  una enfermedad transmitida por los animales,  producida por el  ‘Yersinia Pestis’, un bacilo descubierto en 1894, al ser aislado en Hong Kong.

Ya desde muy antiguo se creía que la peste tenía algo que ver con las ratas. En muchos lugares se había detectado que las ratas empezaban a morir masivamente un poco antes de que apareciera la epidemia en los seres humanos. Pero aunque se diera por seguro que las ratas tenían que ver con el contagio no era fácil determinar cuál era su papel. Una pregunta difícil de contestar porque aunque se llegó a pensar que podía ser que transmitiera por mordiscos o arañazos, no parecía todos los infectados tuvieran cicatrices producidas por alguna rata. Además, ¿cómo se transmitía de unas personas a otras? Los médicos llegaron a comprobar que mientras un afectado por la peste estaba enfermo no parecía que se contagiaran sus familiares; sin embargo, una vez que había muerto sus allegados empezaban a enfermar. ¿Qué ocurría entonces?

Partiendo de estos dos hechos  un médico francés que no era Pasteur, diseñó un experimento para tratar de averiguar cómo se producía el contagio. En su mesa del laboratorio, junto con sus ayudantes, puso una rata enferma a la que quedaba poco para morir y la rodeo de una serie de jaulas que contenían ratas sanas.  La rata enferma tardó poco en morir, pero no parecía que sucediera nada que pudiera afectar a los demás animales. Sin embargo, cuando ya pensaban que se habían equivocado y que el experimento no iba a servir para nada, de repente, vieron como empezaban a salir y saltar minúsculos animalitos desde la rata muerta, y cómo estos se escondían rápidamente en el pelo de las ratas sanas. Eran pulgas. Resultó que las pulgas, al enfriarse el cadáver de la rata muerta salieron en busca del calor de las ratas vivas.

El bacilo también se aloja en roedores salvajes, como marmotas y ardillas, cuyas pulgas son más resistentes que las pulgas de las ratas, sobreviviendo a la muerte de sus huéspedes. La cacería practicada por los pueblos nómades de las estepas, contribuyó a la propagación del bacilo, ya que las pieles de estos roedores salvajes eran aprovechadas como vestimenta.Con  el  establecimiento  de  la  dominación  mongola  y  su  activa participación en el comercio oriental con Europa, habrían contribuido a la difusión de la Peste.  Porque  ésta  viajó  desde  las  estepas  hasta  el  Mar  Negro,  alcanzando Constantinopla, Asia Menor y África, y viajando por el Mediterráneo, llegó a Europa.

Moraleja sociopolítica: Nunca vayas al velorio de una rata. Sus parásitos siempre están buscando sangre fresca.

Melody. La Educación Sentimental.

Alguien, que con toda seguridad no se llama Lus sino de alguna manera mucho más complaciente y permeable a la influencia del sistema, no siempre ha sido el cínico escriba que fatiga palabras en un confuso decir sin banderas. Sucede que el tiempo te endurece -o te seca, como dice el hermano Marcelo- con una gruesa capa de quitina que nos protege, pero que también nos aísla de las influencias del exterior.
Eventualmente, algunas obras artísticas horadan la coraza y nos llegan al núcleo blando del ser, al corazón o al órgano que corresponda, y se quedan alojadas allí con la fuerza de una superstición.
Las hay que en un momento de la vida actúan como un espejo perfecto, sincronizadas al milímetro con los avatares de nuestro desarrollo y con la epopeya de la intensidad y de la melancolía que por comodidad llamamos preadolescencia.
La obra de arte con la que me he sentido más existencial y eróticamente contemporáneo es la película Melody. Quizás también habría que añadir políticamente contemporáneo, en una época en la que se hablaba de que los niños eran privilegiados y en la que no nos asombraba que los autos explotaran.
Era un espejo, y en cierto modo, un manual de instrucciones. Fue la primera vez que me vi a mi mismo en una película: mis timideces, mis miedos y esa extraña sospecha de que algo no estaba bien con los adultos. Cuando vi Melody me vi, y aprendí con ella a aceptar enamorarme y comunicar ese sentimiento, para poner en práctica el enamoramiento, para avanzar en el amor, pero también para huir de las convenciones, para formar alianzas, burlar instituciones, para sentirme parte de un colectivo que era más o menos parecido a lo largo de todo el planeta.
Capaz que sueno un poco cursi. Si le parece así, allá usted. En algún lugar perdido de su pasado, un ser pequeño y vulnerable a la indiferencia de los adultos, sufre por los pasillos la fenomenología del amor, esa experiencia involuntaria tan natural como el color de la piel o la lluvia. ¿Le gusto? ¿La llamo o espero que me llame ella? ¿Me parece a mí o me está mirando? Ese mundo de pequeños gestos que algunos reviven con sus hijos con nostalgia, y otros reprimen por apatía o resentimiento.
Melody, esa película que fue una decepción de taquilla en Gran Bretaña y en Estados Unidos, fue un fenomenal éxito en Japón y en algunos países de Latinoamérica, Argentina entre ellos. Los que no recuerden la película seguro recordarán la inolvidable banda de sonido encabezada por Bee Gees -antes de que la música disco los convirtiera en un coro de castratti- y cerraba con un bellísimo tema de Crosby, Still, Nash and Young, que algunos conocerán en la versión más reciente de los Hanson. En aquella época no sabíamos quién era Alan Parker. Cuando The Wall y Expreso de Medianoche lo hicieron famoso, algunos se acordaron de que él fue guionista de aquella tierna película que a su modo también era una denuncia.

En estos años de odio patriótico al colonialismo y a todo lo inglés en general, no está de más preguntarse por qué Melody fue un éxito en Argentina. Por mi parte, no tengo ningún escrúpulo de reconocer que el cine inglés siempre me ha gustado. Y me gusta del cine inglés su innegable parentesco costumbrista con algunos de nuestros paisajes latinoamericanos, por lo menos, de algunos del cono sur. Lo que el cine estadounidense muestra me resulta fantasioso y superficial , muy de ellos. Tal irreales como la supervivencia del coyote tantas veces derrotado por el correcaminos, que sobrevive al TNT, a los precipicios y sobre todo, al hambre. Los ingleses tienen barrios obreros, asisten a clases con uniforme, se transportan en autobuses públicos, juegan al fútbol, toman infusiones permanentemente. Obvio que muchas cosas nos diferencian, pero estoy seguro de que los obreros de los dos países se parecen, así como también sus clases dominantes, pero eso es otra discusión.
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Be my Valentine

Las celebraciones establecen, en el continuo fluir de los días, vórtices donde fundar una diferencia. Si uno sabe sacar provecho de ellas, la vida se colorea y se llena de sentido. Vengan de donde vengan, poseen un carácter simbólico que resignifica lo cotidiano: nos hacen explicar nuestras elecciones y fortalecer vínculos, con la patria, con nuestros miedos o con los seres que amamos.
Hoy se celebra en gran parte del mundo, el día de San Valentín, patrono de los enamorados. Fomentado por los comerciantes locales, que hacen del intercambio de regalos una oportunidad de pingües ganancias, pero también por el cine de Hollywood y sus comedietas románticas edulcoradas y por el animé japonés, es denostado por algunos sectores que sienten que en la adopción de ciertas festividades está la mano invasora del imperio que sutilmente va colonizando las mentes y las vidas cotidianas de los latinoamericanos. Puede que algo de eso haya, pero también parece que lo que motiva a adoptar estas costumbres tiene más que ver con cierto pintoresquismo o colorido particular que las acompaña, como en el caso de la fiesta de Iemanjá que desde hace unos años se celebra en Mar del Plata el 2 de febrero, o con características propias de la celebración, como la fiesta de San Patricio o Halloween, ambas de origen irlandés, que están asociadas una con el consumo de ingentes cantidades de cerveza y la otra con los disfraces, las golosinas, con las historias de miedo y con algunas películas de terror de gran fama y escaso gusto.
Los tiempos cambian y las tradiciones también. Permanentemente incorporamos personajes a nuestro pequeño panteón de sujetos admirados o admirables. Hace veinte años o menos, el Gauchito Gil casi no era conocido afuera de la provincia de Corrientes, y hoy tiene altares a lo largo de todas las rutas del país. Hace cuarenta o cincuenta, nadie hablaba de Papá Noel. Te puede caer bien o no, eso es parte de otra discusión, la realidad es que sea por copiarse de las películas del Pato Donald, por insistencia de los comercios amigos o por imposición de la CIA y el FBI, hoy todos sabemos quién es Papá Noel, personaje que le robó la Navidad a Jesús niño, cuyo cumpleaños se festeja ese día, aunque con la pirotecnia, el alcohol y los regalos, uno casi no se acuerde.
¿Saben quién fue San Valentín? Bien, mucho no se sabe, pero se cuenta que hubo un obispo en Roma en el siglo III que, pese a una prohibición expresa del Emperador Claudio (Claudio Segundo, el otro era el padrastro de Nerón y gobernó dos siglos antes) que impedía a los jóvenes en edad de ser soldados contraer matrimonio, casaba en secreto a los enamorados que se lo pidiesen. Enterado el Emperador, Valentín fue encarcelado y finalmente ejecutado el 14 de febrero de 270.
Se dice que el oficial encargado de encarcelarle, con el propósito de mofarse del santo, lo retó a que le devolviese la vista a una hija suya, de nombre Julia, que nació ciega. Valentín aceptó el reto y por medio de la oración le devolvió la vista. Dicen también que Julia, después del martirio de Valentín, plantó un almendro junto a su tumba y que por eso el almendro es símbolo de la amistad y el amor duraderos.
Algunos de nosotros no vacilamos en mostrarnos escépticos con respecto al matrimonio y al amor duraderos. Somos, no obstante, celosos cultores de la amistad. Y aunque nos cuesta creerla, nos gusta que una historia como la de San Valentín haya podido llegar hasta nosotros a pesar de que hayan pasado casi 20 siglos. Es seguramente una historia falsa, pero, qué bueno que no lo fuera y que hubiera milagros.
Cuando éramos adolescentes, celebrábamos el “día de los novios” el 20 de setiembre. No sé si todavía se festeja, nunca fue una celebración muy popular, pero una cosa es ser novio (que es, en todo caso, un cargo) y otra muy diferente es “estar enamorado”. Por eso, bienvenido sea el día de San Valentín y todas las celebraciones que nos hagan un poco más dichosos, más generosos, más sensibles, más humanos.

CONTRA EL FRÍO

El ser humano no está preparado para soportar el frío. En su infinita justicia, el señor dios, avisado del fracaso del diluvio, provocó la calvicie de un grupo desangelado de monos y los abandonó a su suerte, suponiendo que el hecho de no tener pelos por todo el cuerpo, ni cuero ni plumas ni nada por el estilo que lo protegiera, acabaría aniquilándolos por hipotermia y por enfermedades asociadas con el enfriamiento.
Rebeldes y tenaces, los humanos inventaron la estufa y el jarabe para la tos.
Y es curioso que un mamífero rebelde y tenaz no haya alcanzado el mínimo de inteligencia necesario para comprender que es una estupidez celebrar con vítores y panderetas la llegada del frío.
Me acusan de soberbia, de descalificar a toda la humanidad porque escuché a un solo desubicado decir “el invierno no llega nunca”. Puede ser. La enunciación de postulados generales es el objetivo de la ciencia, y yo soy muy científico. Soy un Einstein en lo mío, pero me falta tener un poco más claro qué cosa sea lo mío.  Algunos, cuando tratamos de ser humildes, sonamos como soberbios. Queremos parecernos al promedio, pero no podemos descender nuestra montaña. La grandeza no cabe en nuestra ropa. Qué va' ser.
Mientras tanto, miro con desazón cómo bajan las persianas  de las heladerías del pueblo y cómo  los shores van siendo reemplazados por pantalones de sarga y las sandalias por botas de 600 pesos.
Porque hasta eso tiene de malo el invierno: un par de botas cuesta más o menos lo que 40 pares de ojotas!.
En verano te juntás con un par de amigos en la Reserva y armás un piola partido de bóley con un costo mínimo y una diversión de orden superlativo, y eso sin tomar en cuenta los árboles raros, los pajaritos vistosos, las minas en tanga y otros atractivos que tiene nuestra playa. Ahora bien, ¿cuántos baigorrienses son fanáticos de los deportes de invierno? Yo sería fanático, pero mi bolsillo no los puede costear. Y seamos serios: mirar deportes de invierno por SPN no es igual a ser aficionado a los deportes de invierno.

En invierno, las chicas que me gustan no andan descalzas, que es una forma parcial de desnudez, y eso me pone medio melancólico, que es una forma parcial de estar triste.

En invierno cuando llueve te morís de frío, y cuando llega la noche (y en invierno la noche no llega, en invierno es de noche) te morís de frío, y si la casa quedó sola y con un postigo a medio cerrar,  te morís de frío, y a la mañana cuando vas a la cocina a hacer las tostadas te morís de frío, y ni bien te levantás hay que esperar que el agua salga caliente en un baño que está frío como una morgue y todo está frío y mojado y el colectivo se demora más y cuando viene está lleno y cerrado y apesta como si todos los gallineros sucios del pueblo hubieran decidido bostezar allí dentro.

En el invierno llevás tanta ropa puesta que ni sentís ni se te siente. Lo cual puede ser ventajoso en algunos casos, pero son tan aislados que ni da.

Y los dedos se te ponen duros de frío y el celular no se puede manejar con guantes y se te cae al suelo y se rompe en mil pedazos y con él, las doscientas personas que almacenás en tus contactos.
En invierno, después de que uno rompió o perdió su celular, trata de conectarse con la persona amada a través de un teléfono público donde un vecino en el mismo predicamento tosió un par de veces, las necesarias para contagiarnos la gripe porcina y mandarnos a la Quinta del Ñato o a hacer tres semanas de reposo que, a lo que  dura la vida humana, viene a ser más o menos lo mismo.


En fin, cuando uno hace el curso ese que te hacen hacer para vender alimentos en el instituto del ídem, te explican que el frío es bueno para conservar las propiedades de las cosas. En un freezer se puede mantener muerto a un animal durante meses. Pero lo que no puede hacer el frío es volverlo menos muerto. El animal agotó su energía y eso lo enfrió. Mantener el sol encendido también implica un gasto.  El universo tiende a enfriarse y mantenerlo tibio representa un consumo desmesurado de energía. Y eso cansa.
Usted, que gusta del invierno porque acostumbra  sentarse a mirar televisión frente a la estufa, está conspirando contra la subsistencia del universo, o, como decía un amigo cuando yo le explicaba cómo envolver un sábalo para freezarlo: el frío podrá conservar muchas cosas, pero hace muy difícil conservar el entusiasmo.