domingo, 3 de julio de 2011

El primer fin de semana de la Copa América

Como no soy un intelectual, no tengo la costumbre de arrojar consignas a la multitud para luego ver cómo los asistentes toman partido y terminan agarrándose a trompadas.

Por el contrario, me gusta, cuando tengo la oportunidad de mostrar mis pareceres en espacios públicos, encontrar el modo de acentuar aquellos puntos de contacto entre posiciones enfrentadas.

Y creo que todos estamos de acuerdo en que la copa América apunta a convertirse en un espectáculo más aburrido que discurso de inauguración.

Para empezar, los tradicionales candidatos, a saber: el local y Brasil, tienen más vidriera que corazón. Son un muestrario de figuras millonarias que tienen la vida resuelta y que están renegando en este torneo por el bronce y no por amor a la camiseta. Y no me vengan con el cuento de que estos tipos juegan en diferentes países y prácticamente no se conocen, porque son unos señores grandes que no hacen otra cosa que jugar a la pelota desde que adoptaron la posición erguida y que cobran una fortuna por saber hacerlo.

La copa América comenzó hace tres días. En esos tres días se convirtieron tres goles. Dos en el partido inaugural, que por suerte se jugó de noche y me ayudó bastante con el insomnio. Y el tercero, el sábado, el que le dio la victoria a Colombia sobre Costa Rica.

"Se ve que hoy en día en América ningún equipo es menos que otro", comentó el delantero de Paraguay, Nelson Haedo Valdez, quien no pudo anotar en el duelo contra Ecuador, el mejor hasta ahora en lo que va del torneo.

Esto es bueno y es malo. Es bueno porque la independencia americana viene cumpliendo la bicenturia y es hora de que nos vayamos hermanando de verdad. Es bueno que tengamos un fútbol del mismo nivel. Hasta hace no mucho, Bolivia y Venezuela no eran rivales para Argentina y Brasil. Lo malo es que por ahí no se trata de que estos equipos hayan mejorado, sino de que Argentina y Brasil han perdido el rumbo.

En el partido de hoy, Venezuela se plantó bien organizada en defensa, no se enloqueció ante los ataques brasileños y generó peligro cuando atacó de contragolpe.

Bolivia hizo lo mismo el viernes. Y puso a la selección Argentina en un serio predicamento.

Era el estreno. Y fue como ir al cine a ver esa película de la que tanto se habla, con el galán de moda (un pibe italiano creo, Lionel Messi) y la estrellita en ascenso, un tal Tevez, como segunda figura, y una trama simple pero efectiva. Había un rival que iba a proponerse arruinar los planes del héroe, pero sería débil y el candidato terminaría conquistando a la chica y habría un final feliz.

Pero no. No sucedió. Para nada. Yo me senté en mi casa para verlo. ¡Hasta apagué las luces para hacer de cuenta que estaba en el cine! Y terminé atragantado con el pochoclo.

Por el lado del otro candidato las cosas no parecen mejores. Lo cual no deja de alegrarme, dada mi simpatía hacia la república bolivariana, pero creo que a todos nos desconcierta un poco.

De hecho, para los brasileños, que han adoptado para sus jugadores un perfil más bajo que en otros campeonatos, el resultado fue tomado como una tragedia, sobre todo por la inoperancia del llamado "cuarteto de oro" de ataque que presentó el técnico Mano Menezes, con Robinho, Neymar, Alexandre Pato y Ganso.

Hablando de animales. Durante el partido, un perro irrumpió en el campo de juego del estadio de La Plata y fue ovacionado por la multitud.

Se ve que pensaron que era otro delantero.
La delantera brasileña