lunes, 5 de diciembre de 2011

EMPECEMOS POR EL PRINCIPIO: MAFALDA


Todo empezó en 1963, cuando una agencia de publicidad le encargó a Quino una historieta para promocionar una nueva línea de electrodomésticos llamada Mansfield, de la empresa Siam Di Tella.. Querían una tira que reflejara a un típica familia de clase media y que su personaje principal tuviera un nombre que incluyera dos letras de la marca: una M y una A. Quino la llamó Mafalda, tomado del personaje de una beba que aparece en la novela Darse Cuenta, de David Viñas. La campaña nunca se hizo y los primeros cuadritos de la historieta durmieron un cajón por un tiempo. Mafalda ve la luz por primera vez en el suplemento humorístico Gregorio de la revista  Leoplán. A partir de 1964 empieza a publicarse semanalmente en Primera Plana, pasando luego al diario el Mundo (1966/67) y a la revista Siete Días (1968/73).
Si el dibujo, desde las cuevas de Altamira en adelante, es una clave para entender cómo los seres humanos nos hemos relacionado con nuestro entorno, nada mejor que Mafalda para entender ciertos vaivenes de nuestro acontecer político y social.

La morochita de flequillo es el personaje dibujado más popular en la Argentina: las tiras vendieron sólo en el país unos veinte millones de ejemplares. El éxito trascendió las fronteras: sus reflexiones fueron traducidas a 26 idiomas. Su versión italiana fue prologada por Umberto Eco. La fórmula: una nena precoz -pero nena al fin- siempre inquieta por la humanidad, la paz y los derechos humanos. También le preocupan la guerra de Vietnam, la carrera espacial y esta el movimiento tercermundista. A Mafalda le gustan los Beatles y los panquetes y está convencida de la necesidad del progreso social de la mujer. El personaje acompañó todo el itinerario de identificación de los sectores de la clase media ilustrada, informada y culta que se fueron radicalizando en los 60, sensibilizados ante la cuestión social.
Mafalda marcó los límites de hasta dónde podía acompañar el buen sentido de la clase media las necesidades y las modalidades de cambio en la argentina. Mafalda tiene un discurso antitotalitario, democrático, antiprejuicioso y progresista, en general. Pero por otro lado, no encuentra dónde pararse cuando las cosas se radicalizan, con la irrupción de la guerrilla, la violencia y los tiros. Mafalda sólo puede mirar el horror de esas fuerzas que se están desencadenando en la Argentina.
Mafalda representa la izquierda dentro del sistema de relaciones de su grupo de amigos. Al principio es la progre. Pero cuando aparece Libertad es ella la que se para a la izquierda. Y Mafalda pasa a reflejar el buen sentido y el equilibrio. Libertad  declara que el pueblo debe tomar conciencia , levantarse en una revolución social y cambiar las estructuras del país. Frente a ella, Mafalda parece más realista.
La utopía de búsqueda de un mundo mejor se desmembró con una particular violencia en los 70. El sueño estaba por terminar cuando Mafalda se despidió de sus lectores. "En el borde del precipicio -dice Juan Sasturain en su programa de TV- la nena se va. Con lo que se viene no se va a poder jugar ni hacer chistes piolas."

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