lunes, 11 de abril de 2016

Conversaciones en la Isla


“Baigorria, un lugar donde abunda la escasez” (Docto Garcya, en referencia a la reciente sequía)
Ante la visible carencia de agua que afectaba a la ciudad y al notable deterioro de mi salud física y mental debido a la ingesta de manjares a que nos someten las fiestas de fin de año, decidí poner las cosas en la justa perspectiva y retirarme, aprovechando el feriado extendido, a pasar un par de días con mi tío en su coqueto retiro de las islas.

Lo encontré sumido en una honda meditación junto a una botella de grappa Valleviejo. Cuando se despertó, le pregunté qué nueva revelación había alcanzado mediante tan rigurosa práctica y me dijo que quería compartir conmigo una pregunta que lo había llevado a la perplejidad más desoladora: Una nuez flotando en el río, ¿sigue siendo un fruto seco?
-¿Qué razón te trae hasta estas islas, sobrino? Atravesar ese río aparatoso y mal llevado cuando las adversidades arrecian y la fortuna torna su giro descendente, es una aventura temeraria y estúpida y tengo para mí que un hombre de bien debería reservar su arrojo para empresas más ambiciosas que visitar a un viejo filósofo jubilado.
Como en muchas otras oportunidades, sentí que mi tío llevaba su pensamiento hacia el extenso territorio de los tomates, pero por esta vez, preferí no contradecirlo.
-Sabe que la ciudad tiene problemas con el suministro de agua, la gente no sabe qué hacer y reina un mal humor general. Las tempreraturas son tórridas y cada vez son mas frecuentes los casos de combustión espontánea. Por suerte, el gobierno decretó un feriado extendido y pude venir a visitarlo, porque aquí no hay problemas con el agua, supongo.
-El agua es incolora, inodora e insípida… ¿Cómo podría tener problemas con algo que prácticamente no existe?
-Bueno tío, de necesitar agua, usted tiene el Paraná…
-Dijo Heráclito, no podemos bañarnos dos veces en el mismo río…
-Tío, me parece que usted no se ha bañado dos veces en el mismo mes.
-Además, el paraná tiene características que lo hacen un río muy poco convencional. El Paraná no es una vía de comunicación, sino todo lo contrario. Es una barrera infranqueable para amigos y cobradores. El Paraná no tiene lavanderas en sus orillas, porque si lavás la ropa en él, la sacás más sucia de lo que estaba. Es un río formado fundamentalmente por barro, productos químicos y toda clase de residuos orgánicos fruto de las deposiciones de los marineros de los muchos barcos que vienen a robarnos la riqueza de la patria. Algo de agua tiene, pero para que sirva para algo hay que lavarla.
-Pero acá el agua se ve limpita. Pienso que hirviéndola se podría beber.
-Sobrino, si usás agua para beber no podés decir que pensás. El consumo excesivo de agua produce verdín en el hígado.
-Ese me parece un comentario desafortunado, parece que ignoraras que la vida salió del agua.
-La vida salió del agua. Por algo será.
-…
-Yo no entiendo a la gente del continente. Ahora se quejan de la falta de agua, pero cuando llueve, en lugar de disfrutarla o recogerla en ollas para cuando escasee, la esquivan como si las inocentes gotas de lluvia fueran mortíferos escupitajos de ácido. Mirá la playa de la reserva allá enfrente. ¿Sabés cómo reaccionan los bañistas cuando se produce un aguacero repentino? Salen corriendo del agua a refugiarse en la cantina. ¡Para no mojarse! Ellos saben que para el pelo no hay nada mejor que el agua llovida, pero lo protegen con esos espantosos condones antilluvia, ridículos árboles de alambre y gabardina que sólo sirven para sacarle los ojos a los compañeros de vereda.
-¿Los paraguas? -A esa altura de la charla, me sentía un poco mareado.
-Sí, claro. Detrás del problema del agua hay un trasfondo político, como dicen los chicos ahora. Vos no entendés la inteligencia de la administración provincial. Ellos consideran que el agua es un bien escaso y, por consiguiente, muy valioso. Por eso quieren venderla al mismo precio que el petróleo y te cierran la canilla para que no te puedas bañar. En realidad, los socialistas están haciendo negocios con los extraterrestres de Xillium, asesorados por Rodríguez Saa, y les están entregando el agua de los baigorrienses (que al fin y al cabo son perucas y no merecen compasión) a cambio de tecnologías y de planes de gobierno para una eventual campaña presidencial de Binner.
-Tío, vos no pasás un control antidóping.
-Yo los he visto, sobrino. Estacionan en la laguna de acá atrás unas naves con forma de palangana enlozada de la que salen unos fantasmitas cabezones y fosforescentes con unos baldes atómicos y empiezan a cargar el baúl del artefacto con agua y con pescados. Toda la noche cargan.
-¿Baldes Atómicos? ¿Cómo sabés que los baldes son atómicos?
-No lo sé, pero le dan intensidad al relato. Lo cierto es que los duendecillos de la nave espacial se llevan el agua, y cuando terminan de trabajar, se sientan en el borde del plato volador a fumar unos cigarrillos eléctricos y tiran la ceniza en el río.
-Me parece que te saltó la térmica y estás hablando puros disparates.
-¡Qué fácil es criticar las ideas ajenas cuando uno no es capaz de generar las propias! ¿Para qué servirá esa forma de pensamiento que todo lo pone en duda y de todo desconfía? El pensamiento crítico es un producto humano sobrevalorado, como la música de Sumo y la carrera política de Ricardo Alfonsín. La inteligencia es proactiva, no reactiva. Por eso es fácil escribir letras de tangos sin usar el cerebro. “La vida es pura basura, dicen, pero se termina demasiado pronto”, y adornan ese tópico existencialista con abundancia de lágrima, moco y baba. Hay quien reduce la poesía a la queja y quien a cualquier cosa le llama razonar.
-Y tu inteligencia proactiva, ¿qué te sugiere para resolver el problema del agua?
-Cuando yo era niño existía una forma de calzado que nuestras madres nos ponían para que no se mojasen los pies. Era un zapato alto, de goma dura, absolutamente impermeable… Venía de muchos colores, eso estaba bueno.
-¿Botas? Las botas todavía existen.
-Mejor, así vas a entender más rápido. El caso es que las botas, al ser impermeables, lograban que el pie se protegiera de la humedad exterior, pero provocaban que generara su propia humedad. Y cuando llegabas de la escuela, después de mucho correr y saltar, te sacabas las botas, te sacabas el calcetín, y el calcetín parecía un saquito recién salido de la taza de té. ¡Lo mismo que si no hubieras llevado botas sino zapatillas de lona!
-¿Y entonces?
-Sería cuestión de desarrollar un dispositivo que pudiera aprovechar esa humedad, generada por el propio cuerpo y con un coste igual a cero, y permitiera utilizarla para los fines que ustedes quieran. No podrá agitar las turbinas de una usina hidroeléctrica, pero considerando que el cuerpo está hecho casi todo de agua -como el vodka, como la ginebra- para algo debería servir.

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